El año 2017, varios grupos y activistas que trabajamos en Gernika-Lumo en los ámbitos de la Memoria, la Cultura y los Derechos Humanos nos juntamos para llegar a una mínima coordinación, colaborar entre nosotros e impulsar, si se diera el caso, proyectos comunes en relación a la conmemoración del Bombardeo de Gernika.
De este modo se consiguió desarrollar y difundir un programa general, siempre desde el respeto a la autonomía y personalidad de cada grupo tanto en contenidos como en la divulgación de los mismos. Uno de los objetivos básicos de aquella iniciativa era que el programa colectivo resultante y la relación entre los grupos colaboradores fuera lo más diverso y transversal posible para lo que cuidamos especialmente la comunicación directa y también el contacto constante con la Casa de Cultura de Gernika-Lumo. No todos los grupos que trabajan en los ámbitos mencionados se sumaron a esta iniciativa pero el contexto de trabajo fue plural y amplio.
Aunque el año siguiente se mantuvo la comunicación entre varios de aquellos grupos, algunos de entre nosotros nos unimos para llevar adelante dos tareas que considerábamos importantes: recalcar y potenciar la consideración de Gernika-Lumo como Lugar de la Memoria, tanto para Euskal Herria como internacionalmente, en sus diferentes aspectos y dimensiones, y, lo que consideramos íntimamente unido a lo anterior, reivindicar que el Guernica venga y tenga en Gernika-Lumo su emplazamiento definitivo, activando, en defensa de esa idea, el debate público a todos los niveles, simbólico, histórico, artístico y sobre todo, en los aspectos más conscientes y activos de la relación entre el Lugar y la Imagen simbólica.
Hemos escogido el uno de abril para hacer esta presentación, y, esta fecha no es, evidentemente, una casualidad, de igual manera que nuestra iniciativa no es neutral.
Han pasado 80 años desde que un uno de abril de 1939, el Cuartel General del generalísimo Franco emitiera el último parte de guerra que anunciaba el final de la Guerra de 1936. La redacción del parte es tan concisa como fría, pero en su brevedad establece con firmeza y seguridad el colofón de la parte militar de la gran Cruzada contra la revolución roja extraña a las esencias patrias, contra la Antiespaña, ocultando la realidad de la rebelión y la traición contra el Gobierno de la II República. Dice el texto:
“Parte oficial de guerra correspondiente al 1º de abril de 1939, III Año Triunfal. En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas Nacionales sus últimos objetivos militares. LA GUERRA HA TERMINADO.”
“Burgos, 1º de Abril de 1939. Año de la Victoria”.
Sin embargo, sabemos muy bien que aquella fue una guerra sin final. Oprimidos por la Dictadura, los largos años de Victoria y Paz impusieron el terror y la muerte; el exilio, la cárcel, los campos de concentración, los trabajos forzados; la cruel explotación del trabajo, los robos, confiscaciones y expropiaciones; la limpieza ideológica, la mentira y el olvido forzado. Aquellos que osaron levantarse contra el entramado de poder de la Restauración Borbónica pagaron con sangre su atrevimiento, porque la Guerra Civil española no fue una “guerra civil normal”, si se puede decir tal cosa. Por una parte porque aquella guerra fue un capítulo de una guerra más amplia entre revolución y contrarrevolución, entre antifascismo y fascismo. Esa guerra internacional acabó en Euskal Herria, formalmente, cuando el último grupo de soldados nazis salieron de Zuberoa. En una perspectiva más amplia en el tiempo y en el espacio ese contexto explica, mejor que nada el origen y las características de la rebelión contra la República.
Por otra, las estructuras e instituciones que garantizaban los privilegios del Ejército, la Iglesia y la Propiedad, pilares del régimen borbónico, reaccionaron violentamente a los elementos impulsores de reformas sociales que ponían en riesgo sus privilegios. Desde lo más profundo de sus posiciones de poder, percibieron como muy peligrosas las nuevas situaciones, grupos, valores y demandas, y se movilizaron llenos de odio para acabar con ellas. Fue evidente que el objetivo de los rebeldes era la eliminación de aquellos que consideraban enemigos sociales, culturales, políticos e ideológicos. Convertida la revuelta en guerra, después de la victoria, la depuración social, política e ideológica que se impusieron para asentar el régimen tuvieron dimensiones generales, totales. Y las derivadas de aquellas (pues no se produjo nunca una verdadera purga o criba del franquismo, ni política ni socialmente, sino, si acaso, su filtrado o enlucido) se implantaron en las condiciones de la Reforma y la Transición, del Régimen del 78, forjadas durante los últimos años de la dictadura, para imponer tanto profundas desigualdades sociales como las reglas de la opresión nacional, necesarias para asegurar la permanencia de los elementos políticos y sociales que la sostuvieron. ¿Cómo no tener en cuenta todo ese proceso cuando vemos la situación política actual en Euskal Herria, Catalunya y España? ¿Cómo no tener en cuenta que el retorno del Guernica fue un complemento legitimador de la Transición española y que los líderes políticos españoles así lo consideran? Como expresó en el catálogo de la exposición sobre Picasso organizada el año 2007 en nuestro pueblo Carmen Calvo, Ministra de Cultura en el Gobierno de Zapatero:
“En 1981 llegaron a España el Guernica de Pablo Picasso y sus bocetos preparatorios. La excepcional pintura se convertiría en un icono de la recuperación de las libertades y en un símbolo de la transición política española”.
El Guernica, por el contrario, es para nosotros mucho más que eso. Los significados, las características simbólicas de Gernika-Lumo van mucho más allá. Gernika-Lumo es uno de los lugares de nuestra historia, de nuestra Memoria, pero que tiene además un significado y una fuerza muy especiales para mucha gente fuera de nuestra tierra; un lugar que queremos abrir al mundo, trayendo también el mundo a nosotros.
Con esta página web queremos encontrarnos con otros, reflexionar y colaborar, a lo largo y ancho del mundo, pero no sin unos principios básicos. Si Gernika debe ser la ciudad de la Cultura y la Paz debe construirse con los materiales de la Justicia, la Verdad y la Libertad de personas y pueblos. Hemos creado esta herramienta, primero, para explicar el especial significado de la reivindicación de traer el Guernica a Gernika, y, consecuentemente, por otra parte, para hacer frente a los monstruos de la Opresión, el Militarismo y el Fascismo. No tenemos ninguna duda de que el Guernica sería entre nosotros una eficaz herramienta de libertad.
Querríamos traer aquí, para terminar, las palabras del propio Picasso, porque encajan muy bien con nuestra perspectiva, con nuestra reclamación de que el Guernica venga a Gernika, en un momento en el que la lucha política progresista y activa es más necesaria que nunca. En una entrevista el año 1945 decía el pintor:
“¿Qué cree usted que es un artista? ¿Un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, oídos si es músico, o una lira que ocupa todo su corazón si es poeta, o incluso si es boxeador, sólo sus músculos? Bien al contrario, es al mismo tiempo un ser político, constantemente consciente de los acontecimientos estremecedores, airados o afortunados a los que responde de todas las maneras. ¿Cómo sería posible no sentir interés por los demás y en virtud de una indiferencia marfileña desentenderse de la vida que tan copiosamente te brindan? No, la pintura no se hace para decorar pisos. Es un instrumento de guerra para atacar y defenderse del enemigo.”