Carta enviada a Diario Vasco el sábado pasado:
Así reza el título de la entrevista a Miguel Ángel Cajigal, Historiador del Arte y divulgador publicada por El Diario vasco. !Vaya, vaya! ¿Qué es lo que sugiere el autor con este título?; ¿que Gernika no es España? ¿Que Gernika no tiene vinculación con España? Le alabo el atrevimiento, señor Cajigal. En su entrevista sobre su ”revolucionario ensayo” escribe lo siguiente: “Si comprendes el contexto y la cultura que ha producido una obra ese disfrute se multiplica notablemente”. Desde Gernika, y Euskal Herria en general, siempre se ha entendido el contexto y la cultura que propiciaron las bases para la creación de la obra que consideramos nuestra. Sí, señor Cajigal, nuestra. Lo hemos entendido con un hondo sentimiento de pertenencia que a usted se le antoja extraño, ajeno. Aprovecho la carta para recordarle, entre otras cosas, un estracto de la carta que Agustín Ibarrola escribió y que muchos artistas vascos suscribieron (El País 04-10-1979) reclamando El Guernica para Gernika: “No parece que el Gobierno de UCD o sus funcionarios, fundidos en el crisol del franquismo, sean las personas históricamente más adecuadas y moralmente más autorizadas para gestionar esta recuperación de la memoria histórica que representa la devolución del Guernica de Picasso. Tampoco es indiferente, en nuestra opinión, el destino que se dé al cuadro”.
Si señor Cajigal, ese era el contexto. Y abundando en el tema, la circunstancia, el contexto de la España que negocia con la familia de Picasso y con su albacea (Roland Dumas) es la de una España en la que el estado movilizó a todas las altas esferas de poder ejerciendo una presión sin precedentes para que el cuadro fuera traído a España; una España en la que todavía resonaban los ecos de “Muera la inteligencia” o “Viva la muerte”; una España que, necesitada de legitimidad democrática, utiliza El Guernica como coartada, como certificado democrático de cara a la opinión internacional; una España en la que una monarquía corrupta hasta el tuétano y nombrada a dedo por el dictador Franco condena a la República para siempre al olvido; una España de asonadas y autogolpes de estado (sólo unos meses antes de la llegada de El Guernica a Madrid se produce el golpe de Tejero); una España de “señoritos satisfechos” con corbata roja que salvaguardan los “secretos oficiales” y firman apresuradamente “la ley del punto final” por lo que las atrocidades de la guerra quedan sin responsables y sus víctimas sin verdad, sin reparación, sin justicia. ¿Esa era, acaso, la España a la que se refería Picasso?
Aunque a usted le parezca poco “revolucionario” y continuando con el escrito de Ibarrola habría que recordarle también que “Hay razones morales, artísticas, socioculturales e históricas más que suficientes para que los vascos reclamemos, como parte de la reparación histórica a que tenemos derecho -y no sólo por el bombardeo-, la obra que simboliza a la vez la barbarie y la resistencia -el grito de resistencia- contra esa barbarie”.
Para terminar hago, de nuevo, uso de su argumentario porque “ya puestos a jugar a las colas interminables y el turismo de selfi, al menos jugar con toda la carne en el asador”, y añado: si lo patrocina una multinacional energética o un banco “malo” miel sobre hojuelas porque ellos son hoy el contexto.
Guernica Gernikara
Sabin Ibazeta Lertxundi
Gernika Memoriaren Lekuko plataforma